Ojeras marcadas: este es uno de los primeros síntomas, vas a notar que esas molestas ojeras se hacen más visibles y oscuras, y como no vienen solas, también verás bolsas e inflamación de la zona. Te recomendamos un gel o roll-on antiojeras.
Deshidratación y sequedad: te darás cuenta de estos síntomas si notas que tu piel se ve más seca tras tu rutina de limpieza o lavar tu rostro, otro síntoma es si tu piel absorbe super rápido la crema que te aplicas, e incluso puedes percibir la aparición de descamaciones en algunas zonas.
Imperfecciones en la piel: con esto nos referimos a que en tu piel comienzan a aparecer granitos, erupciones o imperfecciones, esto se puede deber a que a veces se produce demasiado sebo y otras veces porque deja de producirlo.
Líneas de expresión: el estrés puede ser perjudicial para el colágeno y la elastina que componen tu piel, por lo que algunas líneas de expresión se pueden comenzar a marcar o hacer más visibles de lo que ya son, provocando la apariencia de rasgos más duros y, en ocasiones, a arrugas que se vuelven definitivas.
Irritaciones, rojeces y sensibilidad: puedes percibir que sin algún motivo en particular tu piel experimenta irritación, sensibilidad o rojeces, y es que el estrés provoca que tu piel se vuelva muy sensible y reaccione con facilidad, te recomendamos apoyarte en productos específicos que te ayuden a sobrellevar esta etapa.
Falta de luminosidad: Tal como lo dijimos al inicio, uno de los grandes problemas del estrés, es que la piel se vea opaca y sin vitalidad, es decir, se queda sin ese brillo natural que caracteriza una piel sana, pero ¡No dejes que esto suceda! Busca un buen serum que contrarreste este efecto.