El arte de un frasco (parte 3)


Los perfumistas celebran en 1945 la vuelta de la paz, dejandose llevar por su creatividad e inspiración originando una impresionante cantidad de fragancias y frascos.
El "compositor" de perfume Edmond Roudnitska crea en 1944 el famoso perfume Femme que el modisto Marcel Rochas lanza en 1945.Un frasco con hombros redondos y cintura de avispa, hecho a imagen de los modelos de Marcel Rochas, inventor del "bustier" y de la "guêpière", viste este perfume a la vez romántico y clásico.
Otros modistos lanzan sus perfumes, también florilegios de la perfumería francesa: Vent Vert de Balmain, Ma Griffe de Carven, Bandit de Piguet compuesto por Germaine Cellier, L'Air du Temps de Nina Ricci, Miss Dior creado por Jean Carles para Christian Dior. Este joven modisto, que abre su casa en 1945 bajo el impulso del industrial Marcel Boussac, lanza la moda New Look.
"Salíamos de una época de guerra, de uniformes, de mujeres soldado con espaldas de boxeadores, yo dibujaba mujeres flor, hombros suaves, bustos desarrollados, talles finos como lianas y faldas en corolas"
Christian Dior
En los años 50, mientras Pierre Cardin y Hubert de Givenchy firman sus primeras colecciones, la nueva generación adopta el vaquero y el rock'n roll venidos de Estados Unidos.
En lo referente a los perfumistas, antaño independientes o dependiendo de casas de perfumería, éstos forman sociedades de materias primas especializadas en perfumería, como el francés Roure, el americano International Flavors and Fragrances (I.F.F.) o los suizos Firmenich y Givaudan, y crean los perfumes de los nuevos modistos: Diorissimo de Dior, Cabochard de Grès o Vétiver de Carven, Givenchy y Guerlain, tres perfumes masculinos. En Estados Unidos, Ultimate de Revlon y Youth Dew de Estée Lauder marcan esta época.

A partir de los años 60, André Malraux establece por primera vez de manera sistemática una verdadera administración de la cultura. A modo de reacción contra esta cultura oficial, surge el movimiento hippie en Francia originario de Estados Unidos. La juventud descubre la India, sus gurús, sus sectas y sus olores: se perfuma con sándalo, con almizcle, con pachulí y queman palitos de incienso.
Pop music, cazadoras de cuero negro y pelo largo simbolizan esta juventud que se rebela y que manifiesta en mayo del 68 no admitir la sociedad de consumo. Paralelamente a esta "antimoda", la alta costura se orienta hacia el prêt-à-porter de lujo, con Yves Saint-Laurent, Daniel Hechter, Paco Rabanne, Cacharel, mientras Mary Quant crea las primeras minifaldas. Se lanzan perfumes con un éxito excepcional: Fidji de Guy Laroche, Madame Rochas de Rochas, Calèche de Hermès y la famosa eau de toilette para hombre Eau Sauvage de Dior, creada por Edmond Roudnitska. Esta última marca el advenimiento de la perfumería masculina y abre la vía a las "eaux fraîches" (aguas frescas) femeninas, masculinas y andróginas.
Los años 70 inauguran un período de real apertura hacia el exterior, la perfumería se internacionaliza, componiendo sus perfumes basándose en el modelo americano y multiplicando por dos sus concentraciones. Así, el perfume Opium, lanzado por Yves Saint-Laurent en 1976 con un gran apoyo publicitario, es la versión francesa del perfume americano Charlie de Revlon, lanzado en 1973. Bajo el calificativo de "perfume de dependencia" en su cartel publicitario, materializa los fantasmas y los deseos de la nueva burguesía y sugiere la trasgresión de los tabúes, de la evasión y de la embriaguez. Por su dimensión a la vez misteriosa, mágica y sagrada, el perfume permite acceder a una vida espiritual superior, en búsqueda de lo absoluto.
Los dos últimos decenios del siglo XX marcan el surgimiento de una sociedad diferente. Nuevos creadores se inspiran en los gustos de la calle para aplicarlos a la alta costura y al prêt-à-porter: conciben toda clase de líneas y multiplican los estilos de ropa posible.
Agresividad que se plasma en perfumería con Giorgio de Beverly Hills, el perfume de las estrellas lanzado en Estados Unidos en 1988, Poison de Christian Dior, Obsession de Calvin Klein, Joop Nuit d'Eté de Joop,... Otras novedades menos provocadoras marcan estos años.
En contrapartida, el resurgir de los movimientos ecologistas, el éxito de las medicinas no tradicionales indica una aspiración a lo natural, los frascos retoman este concepto adoptando formas muy depuradas parecidas al cubo, al cilindro o a la pirámide. La cultura de masa, que uniformiza siendo el reflejo de la estandarización industrial, da lugar a una individualización de las prácticas sociales caracterizada por la todo poderosa cultura audiovisual, la vuelta al hogar, a sí mismo: Chanel saca su perfume masculino Egoïste en 1988. El año 2000, lleva Ultraviolet de Paco Rabanne, un rayo de energía y de sensualidad en un frasco vanguardista, siendo el violeta el color del nuevo milenio. Las líneas masculinas son claramente futuristas. Siendo Givenchy el precursor de la generación 2000 proponiendo en la línea Pi un champú Espacial "cuerpo y cabello" liofilizado. En un frasco en forma de i griega, hecho para la mano del hombre, Nemo de Cacharel ofrece una visión del futuro y responde a las preguntas existenciales del hombre de hoy en día.
En el siglo XXI, mientras los investigadores se empeñan en comprender los mecanismos de la percepción olfativa en el Hombre e intentan crear "narices" artificiales, aparecen tres grandes tendencias. Vuelta de los perfumes sofisticados, a la vez originales y audaces, aunque caracterizados por un cierto clasicismo, vestidos con lujosos frascos como Indécence de Givenchy, Patou for Ever de Patou, Splendor de Elisabeth Arden, Birmane de Van Cleef & Arpels. Éxito de los perfumes para dos, ofreciendo una versión mujer y una versión hombre: Yin et Yang, de Jacques Fath, para la paz y la serenidad; Les Coeurs de Chamade por Guerlain, en dos frascos míticos en forma de corazón para que éste pueda latir a dúo. Desarrollo de la aromacología y de los perfumes exaltando positivismo, calmando, dinamizando, tonificando el cuerpo y el espíritu, manteniendo a la par el poder de seducción: Green Tea de Elisabeth Arden, Aromatic Tonic de Lancôme, Energizing Fragrance de Shisheido.
Hoy más que nunca, el perfume constituye una industria de lujo que no escapa a las presiones económicas pero que guarda intacto un poder mágico: la llamada a lo imaginario, la invitación a viajar y a soñar. De una orilla a la otra, se ha adaptado a lo largo del siglo XX a las culturas, a las tradiciones, a los modos olfativos de cada continente, transmitiendo la imagen de un patrimonio típicamente francés y al indiscutible "savoir-faire" en el mundo entero.

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